Si bien a Waters se le acredita la autoría de las obras de Pink Floyd, es en su guitarrista, David Gilmour, donde radica el motor que dio vida a tantas maravillas durante años.
Todo comenzó en Londres a finales de los años 60s, cuando la efervescencia de la música pop y la psicodelia había inundado la ciudad. El exceso de LSD y una débil condición mental terminaron por desestabilizar a Syd Barrett, líder original del grupo, por lo que tuvieron que llamar a su amigo David Gilmour para que lo ayudara en conciertos con guitarra y voces por no ser capaz de ejecutarlos por sí mismo. Esto situación agravó, por lo que Waters decidió, junto con el resto de la banda, echarlo del grupo, tomando las riendas de la agrupación.
En Ummagumma dejaron volar su imaginación con una canción de cada uno en estudio, lo más rescatable es la tercera parte de “The Narrow Way” de David en donde el multinstrumentalista demuestra que toca bajo, teclados, batería, armónica y saxofón. El cambio radical del grupo sucedió en Meddle en el 71, donde Gilmour se involucró más en el entramado y creación de las obras, principalmente en los temas “One of These Days” y “Echoes”, esta última una de las mejores canciones de toda su discografía.
Dos años después, llegaron las obras cumbre, primero The Dark Side of the Moon donde las canciones son firmadas por todos al igual que sucedió después en Wish You Were Here con la canción clave, una oda a Syd, su amigo caído en desgracia con la canción “Shine On You Crazy Diamond”. La música de Pink Floyd es tan compleja y elaborada que es imposible que alguien llegue con la idea total de cada obra, alguien tiene la inspiración primaria y la evolución del tema es un trabajo conjunto que se estructura hasta lograr las obras maestras que conocemos. Cuando se menciona que la obra es de Waters, por ser su idea, es imposible imaginarla como la conocemos sin los elementos creados por el resto de la banda, en especial por David Gilmour.
Después del disco Animals el cual contó con el dominio lírico de Waters, se sembraron las semillas para la ruptura que eventualmente se produciría, aunque en aquella época su liderazgo fue bien recibido, como admitió Gilmour a Rolling Stone en 2011, más tarde la situación no sería la misma: “creo que fue una sensación de alivio que él tuviera esa disposición. Aunque Waters era el letrista, no significaba que debería estar a cargo de toda la dirección de la parte musical. Siempre hubo un poco de tensión por ese aspecto”.
Mientras David se convertía en el vocalista principal y creaba maravillas con sus cuerdas, ya pensaba en alternativas musicales y comenzaba las grabaciones de su primer disco homónimo. Su inconfundible sonido, lo puedes escuchar en cualquier otro lugar e identificarlo plenamente. Simultáneamente, Waters evolucionaba, fusionaba ritmos y narraba historias personales, espectaculares, hizo una obra conceptual, su obra cumbre que fascinaría: The Wall, inspirada en su infancia y las pérdidas de la post guerra. Aunque la esencia musical de Gilmour seguía presente con sus melodías fascinantes, Roger pretendió apoderarse por completo del grupo, nuevamente sus ideas de la guerra, dando lugar a un disco monótono y repetitivo: The Final Cut, tras el cual decide correr a Rick Wright del grupo contra la voluntad de los demás, lo que desencadenó fricciones y a la postre, su eventual salida de Floyd para seguir una carrera solista.
En ese lapso grabó su segundo trabajo en solitario About a Face, mientras se especulaba que 1985 era el fin del grupo, Gilmour tomó el liderazgo, se volvió la voz y siguieron adelante con obras fascinantes. Pese a las disputas legales de Roger con el resto de la agrupación, continuaron como Pink Floyd [sin él]. La escencia de Gilmour se escucha en A Momentary Lapse of Reason, sonando absolutamente a él. Para este momento, era innegable quién conducía el destino del grupo, creando un disco que era muy superior y diferente al anterior: una nueva era de la banda había comenzado.
Después llegó The Division Bell, otra obra espectacular, también con el sonido del guitarrista marcado, con algunas canciones maravillosas como “High Hopes”, una verdadera belleza.
El grupo se transformó en un trío que era acompañado en concierto por tres coristas, un bajista, otro tecladista, percusionista, saxofonista y otra guitarra, con el más fascinante escenario y pantallas de su época.
En 2003 es nombrado Sir David Gilmour, comendador de la Orden del Imperio Británico. Ese mismo año, la revista Rolling Stone lo nombró el 14 de los 100 mejores guitarristas de la historia y su solo en “Confortably Numb” fue votado como el mejor de la historia, tiene fraseos muy característicos y un sonido singular que lo distinguen del resto de los guitarristas. No es el más veloz, por el contrario, gusta del uso de la palanca del trémolo de su guitarra para darle más colorido a su punteo de cuerdas.
También te puede interesar: Los Beatles después de los Beatles
On an Island es su tercer trabajo solista, llegó al #1 en su natal Inglaterra y el Top 10 estadounidense. Hizo giras y se lanzaron discos en vivo.
David ha tocado con cuanto músico puedan imaginar de la más alta calidad, entre los que se encuentran Syd Barrett, The Wings, Paul McCartney, Kate Bush, Supertramp, Duran Duran (Arcadia), Bryan Ferry, Pete Townsend, Grace Jones, The Dream Academy, Peter Cetera, Elton John, Alan Parsons, The Orb y muchos más.
En 2015 lanzó otro álbum llamado Rattle That Lock, con cuya gira vuelve al escenario del anfiteatro romano de Pompeya a grabar en vivo —como lo hiciera con Pink Floyd en 1972— y edita otro disco en vivo.
Nunca ha dejado de estar envuelto activamente en eventos benéficos para organizaciones que van desde asociaciones de salud mental, Greenpeace, Amnistía Internacional, Teenage Cancer Trust y PETA. La BBC le dedicó un documental titulado Wider Horizons anunciado como “un retrato íntimo de uno de los mejores guitarristas y cantantes de todos los tiempos” y el corazón de uno de los grupos más grandes de la historia.
Artículo original publicado en el blog Sonósferas.