´Maxxxine´: Mia Goth y el como sobrevalroar una trilogía

Maxxxine

Maxxxine es una de las propuestas slasher más esperadas del año, gracias al trabajo de su director Ty West, pero lamentablemente no logra cumplir con las expectativas que había generado. Ambientada en el decadente Hollywood de 1985, la película protagonizada por Mia Goth intenta cerrar la historia de Maxine Minx, la antiheroína cuya búsqueda de fama y redención se ve empañada por un guion inconsistente y decisiones narrativas que no logran profundizar en su personaje. La mejor de la película de esta trilogía es Pearl, la cual merecía una mejor estructura y continuación con una serie ambientada en lo que pasó después del retorno de la soñadora y desequilibrada protagonista.

Desde el inicio, MaXXXine se presenta como un refrito de ideas ya exploradas en entregas anteriores, sin ofrecer nada nuevo ni innovador. La película intenta vender a Mia Goth como la nueva reina del terror, pero su actuación, aunque competente, no puede salvar una trama que parece estancada en los mismos tropos y clichés del género.

La narrativa de la película carece de profundidad, centrada más en mantener la tensión superficial que en explorar las motivaciones reales de Maxine o el impacto emocional de sus acciones. La falta de evolución en el desarrollo del personaje de Goth refleja una carrera que parece estancada en roles similares, sin ofrecer oportunidades para una verdadera exploración actoral.

A nivel técnico, MaXXXine ofrece una dirección visual cuidada y una banda sonora evocadora que captura la estética de los años 80 como proyectos del estilo de Viernes 13, Halloween, Evil Dead, o Elm Street, pero estos elementos no son suficientes para compensar las deficiencias del guion. Las referencias cinematográficas y la ambientación son interesantes, pero se ven opacadas por una historia que no logra sostener el interés ni ofrecer una conclusión satisfactoria para la trilogía.

Esta cinta se queda corta como cierre de la saga. Es una película que, aunque intenta capturar la esencia del slasher ochentero, se ve atrapada en su propia falta de originalidad y en una ejecución que no es algo por lo que valga la pena gastar en el cine.