iPod, el final de una era

El mejor dispositivo musical personal de la historia llega a su fin.
iPod
Foto: Aido2002

El iPod fue un descubrimiento revolucionario en la era pre-streaming que fascinó a todos por sus cualidades fue descontinuado después de 21 años. Los recuerdos que deja son miles de memorias imborrables.

Ya hace tiempo que había dejado de verse en las tiendas, Apple ya no lo exhibía en sus vistosos aparadores, era una reliquia para la mayoría de los jóvenes que trabajan en esos lugares. Pero todavía existía un último formato, el iPod Touch, que fue vendido por última vez el 12 de mayo del año pasado, marcando con ello, el fin de una era.

Hace poco se descompuso un iPod Classic que tenía en mi auto y fui a una iShop para ver si lo podían arreglar. Me llevé una gran sorpresa cuando se lo mostré a uno de los técnicos del Genius Bar, ya que inmediatamente llamó a sus amigos para que lo vieran, como si estuviera mostrándoles un gramófono de principios del siglo pasado. Me dio un poco de nostalgia pensar que un dispositivo de principios de los años 2000 ya era visto como una pieza de museo.

Difícilmente los que tenemos más años nos vamos a olvidar de esa rueda que giraba y localizaba la canción que deseabas escuchar, esa maravilla que fue descubrir que un formato digital como el MP3 tenía vida en nuestros dispositivos con nuestras propias canciones extraídas de los vinilos, casetes o discos compactos que habíamos comprado anteriormente. Antes de el iPod, los también gratamente recordados Walkman o Discman únicamente te daban la opción de escuchar el casete o disco que pusieras, no más de 90 minutos de música, eso hizo del iPod una revolución auditiva fascinante.

FILE PHOTO: Apple Chief Executive Steve Jobs introduces new iPod Nanos to the crowd at the Yerba Buena Center of the Arts theater in San Francisco, California, September 12, 2006. REUTERS/Dino Vournas/File Photo

Había de muchos tipos, el iPod Classic que, como su nombre lo dice era el más sofisticado, con mayor capacidad y obvio el más caro. Podías guardarle hasta 5 mil canciones de buena calidad en sus versiones de mayor memoria, o más si no te importaba demasiado cómo se oyeran. Esto lo dejaron de hacer en 2014, por lo cual se volvió un objeto de colección. Era imposible no llevarlo a todos lados: viajes, recorridos en auto, al gimnasio, una compañía valiosa. Antes de que aparecieran los air pods todos andábamos con nuestro cable blanco escuchando ese iPod que teníamos en los bolsillos. También estaban los modelos Nano, Shuffle o Touch para todos los gustos y presupuestos.

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Recuerdo cuando salió en el 2001 —unos días después del ataque de 9/11 en las torres gemelas— con una campaña extraordinaria que inmediatamente te hacía sentir la necesidad de tenerlo. Afortunadamente no pasó demasiado tiempo antes de que tuviera uno y hasta la fecha, lo sigo usando. Además, con posteriores modelos también podías ver videos y fotografías, pero creo que nadie lo usaba para eso, sobre todo por la evolución tan importante que fueron teniendo los smartphones y sus cámaras.

Una ventaja del iPod contra los dispositivos actuales que reproducen streaming desde una plataforma es que no necesitabas tener ni siquiera luz, ya no digamos internet o WiFi, para poder escucharlo, con que lo hubieras cargado previamente como cualquier teléfono o air pods actual, era suficiente. Tampoco tenías que escuchar o ver anuncios comerciales, nadie te podía rastrear, no contabilizaban las veces que escuchabas una canción, no te recomendaban nada, era un simple gusto y goce personal, la música en su más íntima expresión. Podías estar en el punto más recóndito del mundo, una cueva, montaña, selva y el iPod se escucharía perfectamente.

Este gran invento de Steve Jobs & Co. cambió la forma de escuchar la música y de compartirla —porque podías conectarlo en otros equipos de sonido y reproducir tus canciones— pero también podías aislarte en tus gustos y el volumen de tu preferencia, sin molestar a nadie. Si algo te gustaba, era tuyo, solamente tenías que descargarlo en tu iPod y te acompañaría por siempre. Una sensación inexplicable que para los que la vivimos, fue una bendición, una verdadera maravilla que siempre recordaremos.

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