Ya estamos en la cuarta fase de universo de Marvel, sin embargo, las últimas cintas estrenadas no han recibido las mejores críticas, en parte con muchos argumentos válidos. La mayor parte de sus series y cintas estrenadas, cayeron en un ciclo de guiones mal estructurados con efectos visuales dignos de un videojuego de consolas de hace veinte años. Siendo She Hulk: Defensora de héroes, Ms Marvel, Thor: Amor y Trueno, y Ant Man and The Wasp: Quantumania, los proyectos que menos convencieron a la audiencia del camino que estaba tomando Marvel con sus personajes, sobre todo con la idea de que en futuros proyectos los veremos pelear contra uno de los villanos más despiadados del multiverso.
Así que el siguiente proyecto a estrenar fue el tercer volumen cinematográfico de los Guardianes de la Galaxia, personajes a quienes el público vio por primera vez en un proyecto de acción real en 2014. El trabajo con James Gunn como director en las tres películas de Guardianes le permitió marcar su propia esencia como creativo en este universo de héroes, no dejando caer todo el peso de sus historias en los grandes villanos como Thanos o Kang, sino que los antagonistas que se enfrentan al peculiar grupo de héroes liderado por Peter Quill, muestran su lado más cruel amenazando a toda la galaxia.
El volumen 3 de los queridos Guardianes es un mar lleno de emociones, si bien tiene sus momentos cómicos, trae a la pantalla la desgarradora historia de origen de Rocket Raccon, el personaje más sarcástico del grupo, quien enseña el anhelo de la libertad así como el tener un círculo cercano en los entornos más hostiles pueden fortalecer el espíritu y los sueños de todo ser vivo —te recomendamos llevar pañuelos desechables porque la cinta está cargada de escenas tristes y emotivas—.
High Evolutionary (interpretado por Chukwudi Iwuji) es el antagonista perfecto para este cierre de la saga, que a diferencia de Kang en la tercera cinta de Ant-Man o Gorr en Thor 4, sí se muestran en pantalla los crueles experimentos realizados a animales terrestres para alcanzar una etapa evolutiva antropomórfica en vez de solamente dejarlo en alardeos sin aprovechamiento en escena, remarcando que este científico no tendría piedad de ningún ser vivo. Cada miembro de los Guardianes de la Galaxia recibe un cierre satisfactorio que los conecta a nivel emocional con el espectador , enfocándose cada uno en encontrar su propósito, así como el aceptar la vida con todo y sus imperfecciones, sanando las cicatrices que sus pasados les habían marcado a lo largo de sus vidas.
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James Gunn guío de manera correcta el modo en que los personajes se desarrollaron a lo largo de los años, no dejando que sus pasados trágicos los definieran por siempre, uniendo a parias solitarios en una familia y equipo unidos y dispuestos a dar la vida uno por el otro. Un único factor que se puede sentir con falta de equilibrio con su tiempo en pantalla y muestra de sus capacidades es la inclusión de Adam Warlock —interpretado por Will Poulter — dejando a deber más de él y sus habilidades que lo convierten en uno de los seres más importantes traído de los comics, pero al ser su primera aparición, Marvel podría intentar trabajar a Warlock en un especial de TV que abarque más puntos de la galaxia y el universo aún no vistos.
Por si no fuera poco, el soundtrack de la cinta es una exquisita selección de canciones a las que Gunn acostumbra integrar en los proyectos que dirigen, con Radiohead, Florence + The Machine, Earth, Wind and Fire y el nostálgico regreso de Rebone. La banda sonora es un trabajo del compositor John Murphy —responsable del score de la cinta de Suicide Squad dirigida por James Gunn—.
El futuro que depara a los Guardianes de la Galaxia, no está totalmente definido, aunque cada uno de ellos toma un camino propio, afortunadamente no se cierran las puertas de verlos de regreso en los siguientes proyectos de las fases 5 y 6 de Marvel, es un hasta pronto, pero no un adiós definitivo a los personajes que James Gunn dirigió y amó en una trilogía llena de emociones, humor y buena música.