Este mes de marzo, que se conmemora la lucha por la igualdad, reconocimiento y ejercicio efectivo de los derechos de las mujeres, es importante retomar a la mesa el tema sobre la vida de Britney Spears, quien ha sufrido tanto de una serie de éxitos, así como de violencias hacia su persona.
Britney, debuto desde pequeña en el mundo del entretenimiento en el club del ratón más famoso, ha sido expuesta a múltiples cámaras que han buscado sacar provecho sobre su vulnerabilidad.
Sexualizada desde a muy temprana edad y vendiendo una imagen de colegiala virginal, su historia resalta la doble moral de la sociedad estadounidense, que estaba de acuerdo con que una menor se pudiera exponer de manera sensual para el consumo de otros, pero no concebía que pudiera disfrutar de su propia sexualidad.
El constante acoso por la prensa al punto de llevarla a decaídas en su salud física y mental es una prueba de como los medios de comunicación pueden olvidar donde termina el artista y donde comienza el ser humano; criticando sus salidas a fiestas, su inesperado y abrupto matrimonio y sus idas y venidas a centros de rehabilitación.
Una vida que era más valiosa para las revistas y televisoras por sus colapsos y decisiones que por su música, baila o actuación; llevando a Britney a la cosificación tanto sexual como mercantil. ¿Realmente a los medios les importaba el talento de las mujeres o solo era una escusa para ser vistas como productos?
Desde 2008, Jamie Spears, padre de la cantante ha mantenido su tutela legal luego de sus problemas de salud mental. Britney Spears no ha podido tomar decisiones acerca de su vida ni sus finanzas desde 2008, todo lo que ha producido desde niña y hasta la actualidad ha estado bajo el control de su padre, quien más que un padre ha tomado el papel de explotador.
Actualmente, Britney ha presentado en la corte, testimonios de médicos especialistas que respaldan la capacidad en su toma de decisiones por sí misma. Miles de fans alrededor del mundo han mostrado el apoyo hacia la cantante y hasta medios que en su momento la criticaron y se burlaron se han puesto de su lado.
¿Una persona debería perder sus derechos humanos para lograr triunfar? ¿Las mujeres sufrimos de esta doble cosificación? Muchos en la actualidad dirán: “eran otros tiempos” pero quedar recordar este caso para no repetirlo nuevamente con ninguna persona en el medio.
