El cine asiático ha emergido con una presencia cada vez más sólida en los festivales de Europa y América, desplegando propuestas que rinden un elocuente tributo a las glorias del cine negro. Estas películas exploran tramas que no temen adentrarse en la oscuridad, presentando protagonistas realistas y poco cuerdos, quienes, en medio de sus ambiciones y bajos instintos, representan los anhelos de amores perdidos en la penumbra de sus historias. Esta nueva ola cinematográfica nos sumerge en un fascinante viaje a través de la complejidad humana, donde la intensidad romántica se entrelaza con las sombras, creando una narrativa fascinante que desafía las convenciones y celebra la maestría del cine negro.
La travesía hacia la toma de una decisión crucial se inicia entre una incógnita importante: un crimen sin resolver que oscila entre la apariencia de un accidente fortuito, un suicidio calculado o un asesinato meticuloso. En el epicentro de este enigma, se erige Seo Rae (interpretada por Tang Wei), una mujer de innegable belleza, cuya indiferencia ante la muerte de su esposo desconcierta y desafía la percepción de todos en su entorno. Es en este intrigante escenario que el detective Hae-jun ( Park Hae-il) se ve obligado a sumergirse en las profundidades de este caso, tejiendo una red de interrogantes que desafían las expectativas y revelan los matices más oscuros de la condición humana.
El maestro cineasta Park Chan-wook, con su ya conocida narrativa, establece de manera inequívoca que, aunque su obra lleva consigo un crudo tinte de romance, cada pista meticulosamente desplegada a lo largo de la película actúa como heraldos del ineludible y trágico desenlace. Uno de los aspectos que aporta un valor distintivo a La Decisión de Partir reside en su exquisita banda sonora, meticulosamente compuesta por las atemporales canciones de Jung Hoon He.
Estas composiciones no solo acompañan la narrativa, sino que también actúan como un resonante eco que envuelve la oscuridad en la que los amantes se sumergen, atrapados en un bucle aparentemente sin escape. Sin embargo, este aparente destino sellado se ve desafiado en los minutos finales de la cinta, revelando un giro sorprendente que reconfigura la percepción del espectador y añade una capa adicional de complejidad a la trama.
Este caso policiaco no concluye de la manera convencional que se espera en el cine de misterio, sino que culmina con la desgarradora agonía de un amante obsesivo, empeñado en encontrar a la mujer que le arrebató el alma y el corazón. Es este desenlace funesto el que se entrelaza con la esencia melancólica de la canción «Mist» de Jung Hoon He, donde el detective Park queda solo, anhelando con todo su ser hallar a su amante, perdida entre el viento y el choque de las lágrimas, representadas metafóricamente en el vasto mar.