Se solicita sexo para aderezar canción de rock

"Rocket Queen" se convirtió en la canción que combinaba: sexo, alcohol y rock, todo a manos del entonces deseable Axl Rose.
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Se contaban por miles las chicas que deseaban medio acostón con Axl Rose (intencional anagrama de oral sex) a finales de los ochentas, cuando el cantante gozaba de popularidad cósmica y a los Guns N’ Roses les llovían alabanzas y tangas con Appetite for Destruction, el disco debut más exitoso en la historia del hard rock.

Una de esas fanáticas no sólo pegó de hit. En un jugadón involuntario consiguió que su faena con el andrajoso pelirrojo quedara cincelada en “Rocket Queen”, track con el que concluye esa placa de 1987. 

Su nombre es Adriana Smith, entonces novia del baterista Steven Adler. Y sus gemidos en alta fidelidad pueden escucharse cuando la pieza supera los dos minutos y medio. La groupie llevaba más de un año de amorío con Adler, pero la cosa se había nublado por un supuesto desliz de éste, así que no se opuso al flirteo con el piernudo Rose, quien en las sesiones de mezcla en los estudios Mediasound deseaba adobar la canción con algún ingrediente de elevada temperatura. Así como el paliacate gobernaba la cabellera del cantante, las excentricidades regían sus impulsos de jabalí. De ahí que sintiera que al corte le faltaba brío, adrenalina, emoción. Aquí entra la leyenda que la mitad de los ejércitos del rock dan por cierta. 

“Axl me miró y dijo… ‘Adriana, quiero hablarte de algo serio e importante para mí. Yo sé que nadie más se atrevería a hacer algo así’”, narró Smith a MTV, canal que igualmente obtuvo la confesión del mentor del quinteto, Tom Zutaut, para atar cabos. “Axl le dijo… ‘Te haré famosa, te voy a coger, instalaré micrófonos, registraremos todo en la canción e irá directamente a los libros de historia.’ Me sorprendió porque se trataba de la novia de Steven…”

Habiendo ingerido casi una botella de Jack Daniels para mitigar los titubeos, Adriana aceptó y atestiguó cómo de inmediato una cuadrilla de técnicos ponía cables y micros a punto, mientras una sonrisa se estiraba entre las mejillas de Rose.

Foto: Ross Halfin / Universal Music Group / Geffen Records

“Bajaron las luces y nos ocupamos del asunto”, recordó Smith.
En la versión final de “Rocket Queen” se conservaron algunos de sus gemidos porque, según el ingeniero Steve Thompson, hubo que seleccionar “los más bellos”. Las cumbres de la calentura también se pueden editar.

Victor Deyglio, otro de los encargados de dar cauce a la humeante idea de Axl, aparece en los créditos del álbum como “Victor ‘The fucking engineer‘ Deyglio” por un motivo surrealista: el tipo tuvo que entrar al plató en plena escenita silvestre para reparar un micrófono que el rockero y Adriana habían averiado con sus primeros arrumacos detrás de la consola. Así que su labor fue reconocida con el más preciso de los gerundios.

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Entre las últimas revelaciones de la damisela está lo publicado por el diario británico Mirror en 2016. Y así como puso más luz sobre la anécdota, también dejó en claro que aquel pasaje bien pudo equipararse al vil apareamiento de dos salamandras: “No fue algo romántico, apasionado o cachondo, de hecho fue artificial, pero al final la banda sacó algo bueno de esto. No tengo idea del destino de esas grabaciones, no me fue dada una copia.”

Una de tantas peripecias entre una chica condescendiente y un elenco de virtuosos insaciables que no se subordinaban a comisario alguno. Una de muchas aventuras picosas en aquel 1987, cuando sociedades completas de fanáticas querían cenarse a alguno de estos pandrosos y, con una pizca de fortuna, adjudicarse el procaz título de “reina del rock”.

Extracto del libro ©Radiolaria Vol. 1. Poros abiertos, memorias calientes y secretos detrás de cientos de canciones  de Luis Carrillo, publicado por Editorial Gato Blanco. Encuéntralo aquí.

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